Las Pymes son consideradas a menudo como los mayores conductores de la economía y una fuerte herramienta de creación de empleo. De acuerdo a las estadísticas del Banco Mundial sobre sectores formales e informales, las Pymes contribuyeron en más del 60% del PIB y en el 67% del total del empleo de duración permanente.
A pesar de jugar este papel, las Pymes han tenido que luchar para asegurarse una financiación, liquidez y capacidad para desarrollar sus operaciones en general. Estos negocios siguen estando considerados de menor escala y alta complejidad, y para las entidades prestatarias tradicionales como los bancos, extender los créditos se ha vuelto muy costoso y arriesgado.
La crisis financiera global de 2008, combinada con unas regulaciones más estrictas – Basilea III, por la cual el Foro de Estabilidad Financiera promovió una serie de iniciativas para fortalecer el sistema financiero- , conllevó la bajada del soporte de riesgo financiero por parte de los bancos, incrementando el precio del préstamo, y la no concesión de créditos al descubierto que muchas pymes necesitan.
El boom del Fintech, sector que en España se ha cuadriplicado en los últimos tres años, y que hace referencia a un sector de empresas de base tecnológica que ofrecen servicios financieros, ha espoleado las reglas del juego.
La combinación de la industria tecnológica con los servicios financieros ha derivado en la aparición de miles de startups, que por medio de plataformas tecnológicas ofrecen productos o servicios a sus consumidores de forma rápida y sencilla.
Con todas las herramientas que la innovación tecnológica puede ofrecer en la actualidad, las Pymes se encuentran en una posición favorable para beneficiarse instantáneamente de esta nueva serie de productos personalizados, recogidos en las siguientes categorías:
- Infraestructura Financiera
- Herramientas Online
- Comparadores
- Crowdfunding
- Bitcoins, Divisas Y Datos Financieros
- Préstamos
- Pagos
- Herramientas De Inversión
- Medios Y Eventos Especializados
Sin embargo, la fuerza del sector Fintech expone los riesgos subyacentes de la industria: protección muy limitada para los inversores minoristas, una potencial extensión de la financiación a los prestatarios con dudosas intenciones y los riesgos sistémicos derivados de un sector insuficientemente regulado y transparente podría perjudicar a la economía tanto a nivel personal como empresarial. La precaución es muy necesaria para todos los interesados en el ecosistema.
De hecho, el siguiente gran desafío de esta industria es la regulación y supervisión del Fintech. Existe la necesidad de disponer de un marco regulatorio que ofrezca transparencia, seguridad jurídica para el usuario final y que establezca incentivos fiscales para que estas empresas se queden en España y se dinamice la economía.
Este marco ya existe en Reino Unido, donde aparecen iniciativas como el Regulatory Sandbox, introducido por la Financial Conduct Authority (FCA). Dicha iniciativa supone un ejemplo a seguir para otros reguladores tanto europeos como del resto del mundo.
Como conclusión, la revolución tecnológica en el sector financiero es inevitable, al igual que ha sucedido en otros sectores, como en el turismo o en el e-commerce con el éxito de plataformas de economía colaborativa como Uber o Airbnb.
La tendencia es que el sector Fintech se consolide como una opción más en el sistema financiero mundial, permitiendo una mayor competitividad y eficiencia a las empresas, lo que se traducirá en una evolución y un libre desarrollo de la economía y de la sociedad.
0 commentarios