La economía de Turquía se expandió un 3,9% en el tercer trimestre respecto al año anterior, según datos oficiales publicados el miércoles, aunque el crecimiento es menor que el trimestre anterior debido a que la desaceleración mundial frenó las exportaciones, pero el sector del turismo se mantuvo fuerte.

El PIB de este país ubicado entre Europa y Oriente Medio se contrajo un 0,1% con respecto al trimestre anterior, según mostraron los datos del Instituto de Estadística de Turquía, lo que marca la primera contracción desde los momentos más duros de la COVID-19 en el segundo trimestre de 2020.

A día de hoy, los economistas esperan un crecimiento anual del 5%, en línea con las previsiones de este año, después de una sólida primera mitad del año. No obstante, los economistas también esperan que el crecimiento se desacelere aún más en el cuarto trimestre.

Las perspectivas para 2023 siguen siendo inciertas. Las elecciones nacionales deberían tener lugar como tarde en junio, y una victoria de la oposición podría suponer un cambio radical en las políticas económicas del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Por otro lado, a nivel interno, el consumo privado se mantuvo fuerte en el tercer trimestre. Pese a ello, la economía se está desacelerando en la segunda mitad del año debido a una tendencia a la baja en la demanda extranjera, especialmente entre los principales socios comerciales de Turquía.

Para contrarrestar la desaceleración, el banco central de Turquía relajó aún más su política monetaria, recortando las tasas de interés en 500 puntos básicos al 9%, en línea con el programa económico del presidente Erdogan, que durante los últimos 14 meses está priorizando el crecimiento y las exportaciones.

Los recortes de tasas de interés del banco central que buscó Erdogan el año pasado llevaron a una depreciación del 44% de la lira y ha perdido otro 29% frente al dólar este año, situando la inflación a un máximo de 24 años, superando el 85% en octubre.

El año pasado, la economía de Turquía se recuperó con fuerza de la pandemia de COVID-19 y creció un 11,4%, su tasa más alta en una década.

Para apuntalar esta política económica que prioriza el crecimiento económico y las exportaciones, el gobierno necesita divisas extranjeras para sostener la lira turca. Dado que los países occidentales se resisten a las inversiones en Turquía, Ankara ha recurrido a países más cercanos en busca de recursos para equilibrar la oferta y la demanda de divisas de la economía. Por ejemplo, Turquía y Qatar se encuentran en las últimas negociaciones para que Doha proporcione hasta 10.000 millones de dólares a Ankara, incluidos hasta 3.000 millones para finales de este año.

Ankara ya tiene un total de 28.000 millones de dólares en acuerdos de intercambio de divisas con los Emiratos Árabes Unidos, China, Qatar y Corea del Sur, de los cuales alrededor de 23.000 millones ya están en las reservas del banco central turco.

También Arabia Saudita va a colocar un depósito de 5.000 millones en el Banco Central de Turquía, según declaró esta semana el Ministro de Finanzas de Arabia Saudita.


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