Ante la creciente fortaleza del dólar, la región asiática (salvo China) vendió dólares por valor de 89.000 millones durante los primeros nueve meses de 2022, incluido Japón.
Los gobiernos asiáticos gastaron alrededor de 50.000 millones en reservas de divisas el mes pasado, el nivel más alto desde marzo de 2020, para defender las monedas locales ante un dólar que absorbe la mayoría de activos.
Descontando Japón, la cifra se reduce a 30.000 millones. Contando Japón, la cifra de ventas en lo que va de año asciende a 89.000 millones, la mayor venta desde 2008.
Además de los 20.000 millones de ventas de Japón en septiembre, Corea del Sur vendió aproximadamente 17.000 millones. Hong Kong, Filipinas, Taiwán y Tailandia también fueron vendedores netos de dólares el mes de septiembre.
Es posible que el ritmo de intervención no decaiga, pues la Reserva Federal de EE.UU. sigue subiendo los tipos de interés y en ese contexto, destaca la caída del yen a su nivel más bajo de los últimos 30 años, lo que puede llevar a las autoridades japonesas a incrementar el grado de intervención.
En el pasado, los gobiernos asiáticos han recurrido con frecuencia a la intervención en los mercados de divisas para frenar o controlar la volatilidad, así como para devaluar sus monedas, pero la venta de dólares del mes pasado supera los volúmenes vistos en los primeros días de la pandemia en marzo de 2020.
No obstante, el caso de Asia no es único, pues las reservas de divisas están cayendo en todo el mundo. En concreto, este año las reservas globales ya registran un desplome del 8,9%, 1 billón, según datos de Bloomberg.
Según declaraciones del FMI esta semana, los mayores desafíos económicos de Asia serán el aumento de la deuda y la fuga de capitales a medida que las tasas de interés continúen aumentando.
Este desafío se presenta en un entorno de ralentización económica global, con un crecimiento previsto por el FMI del 2,7% en 2023, un 0,2% menos que en su pronóstico de julio.
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