Durante miles de años, Irán ha sido una ruta importante para el tránsito de mercancías debido a su posición geográfica como una de los principales puntos de la antigua Ruta de la Seda.

Sin embargo, en la actualidad, esta posición se ha visto alterada debido a los distintos conflictos, tanto políticos como militares y las sanciones que el país sufre desde hace años que, en consecuencia, han mermado su infraestructura y su capacidad logística. Sin embargo, ahora las condiciones globales están cambiando a favor de este país.

La guerra de Ucrania, a pesar de sus graves consecuencias para muchos países, le ha presentado a Irán una oportunidad de oro para alcanzar el objetivo que tanto ansiaba de convertirse en el centro de tránsito global de mercancías que ya fue en el pasado.

La disputa entre Europa y Rusia por la guerra de Ucrania, que resultó en la imposición de duras sanciones al país, acorraló económicamente al gobierno ruso y muchos países europeos cerraron sus fronteras a la importación de productos rusos, pero también a la exportación de productos europeos. Como resultado, el país se lanzó a la búsqueda de nuevas formas de distribuir sus productos, especialmente en Asia, y el Corredor Internacional de Tránsito Norte-Sur (INSTC).

El acuerdo para lanzar INSTC fue firmado por Irán, India y Rusia en 2000, sin embargo, a pesar del interés, la atención a la ruta se desvaneció con el tiempo debido a obstáculos geopolíticos, incluido el estancamiento económico mundial, las sanciones de EE. UU. a Irán, el conflicto en Karabaj y la pandemia.

Ahora, esta gran red de barcos, ferrocarriles y carreteras vuelve a ganar importancia como el vínculo comercial más importante entre Asia y Europa.

Una de las grandes ventajas de esta vía comercial es que permite reducir el coste del transporte de mercancías en un 30%. También reduce a la mitad el tiempo que lleva transportar productos India y Rusia a través del Canal de Suez.

Irán puede usar esta ruta de tránsito para distribuir productos europeos en el menor tiempo posible y a un coste menor que otras rutas por el Océano Índico y el Golfo Pérsico, mientras le genera unos 20.000 millones de dólares en tasas de tránsito, lo que permite reducir su dependencia de los ingresos del petróleo, que está afectado por sanciones.

Actualmente, Irán está trabajando en el desarrollo de su red ferroviaria, así como de sus puertos y su infraestructura marítima, a fin de alentar a más países a unirse al proyecto y para ello, cuenta con el apoyo y la participación directa de Rusia.

Usando las capacidades del INSTC, Irán no solo podrá expandir el volumen de comercio con Rusia y los países de la región, sino que también gana una gran parte del tránsito anual de los países implicados al ser este país el centro de las rutas de tránsito.

Además de unir India con Europa a través de este corredor, Irán puede conectar Asia Central con el Océano Índico y el Golfo Pérsico, de manera que los países sin litoral de Asia Central pueden utilizar el ferrocarril del corredor para acceder al mar.

Kazajstán, Turkmenistán, Turquía, Irak y Afganistán también han mostrado interés en unirse al enorme proyecto al unir sus ferrocarriles con los de Irán y desde 2021 ya circulan camiones por Irán con mercancía de estos orígenes.

La ruta ferroviaria y marítima también se va a unir al proyecto chino Road and Belt, que busca revivir la antigua Ruta de la Seda, de manera que, a raíz de la situación de Ucrania y las sanciones a Rusia, China podrá utilizar esta vía para enviar sus productos a Europa.


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