La economía de Venezuela sigue en una espiral caótica.

Según el congreso, controlado desde la distancia por la oposición, la economía se contrajo un 12% interanual en el primer trimestre gracias a la caída de la producción de petróleo, un reflejo de años de falta crónica de inversión y de mala gestión en su más importante industria.

En junio, la producción de petróleo cayó a un nuevo mínimo de varios años, mientras que el número de plataformas petrolíferas activas cayó al nivel más bajo en más de 15 años, lo que apunta a nuevas disminuciones en la producción.

Además, el bolívar siguió cayendo tanto en el mercado oficial como en el paralelo en julio, alimentando la inflación.

A finales de julio, el presidente Nicolás Maduro anunció su primer conjunto de medidas económicas que buscan contener la hiperinflación y estabilizar el bolívar en caída libre, que incluye una reconversión monetaria y el potencial aflojamiento de los controles monetarios.

Sin embargo, se desconocen los detalles de cómo se implementarían estas políticas y no hay seguridad en que tales propuestas gubernamentales sean eficaces para enfrentar la crisis.

Esta situación, de hecho, podría favorecer las condiciones para una transición política, sin perder de vista el último incidente: un aparente intento de asesinato del presidente Maduro el 4 de agosto.

España y Venezuela

Las empresas españolas que desempeñan su actividad en Venezuela siguen con cautela los acontecimientos, si bien no se sorprenden ante los mismos.

En este contexto, han estado prevenidas y han tomado decisiones durante los últimos años ante el hundimiento progresivo del bolívar.

Tras las anunciadas en julio, el pasado 18 de agosto, Nicolás Maduro anunciaba de nuevo cambios fiscales y cambiarios en el “Plan de Recuperación Económica”.

Mientras, la depreciación constante del bolívar y la hiperinflación en Venezuela han deteriorado más una grave situación económica que ya existía y que tiene raíz desde 2010, año en el que el expresidente Hugo Chávez devaluó el bolívar un 50%.

Empresa española

Sin embargo, las empresas españolas afincadas o con filiales en el país latinoamericano no se han visto particularmente afectadas por este panorama.

En este sentido Telefónica, BBVA, Mapfre, Meliá y Repsol, en previsión de la caída del bolívar, las modificaciones del sistema cambiario y las dificultades para repatriar dividendos – estas empresas suman cientos de millones de euros pendientes de repatriación desde hace años-, algunos grupos del Ibex especifican el impacto de Venezuela en sus resultados de la primera mitad de 2018, aunque la contribución de las filiales sea poco significativa.

En Venezuela, Telefónica redujo sus ingresos un 80,6% hasta los 13 millones de euros y el oibda (Resultado de explotación + Depreciación + Amortización) un 96,5%, hasta 1 millón de euros.

Según el informe de las cuentas de resultados correspondientes a los primeros meses del ejercicio, Telefónica estaba aplicando, tras la calificación de Venezuela como país hiperinflacionario, un tipo de cambio de 2.369.815 bolívares fuertes por cada dólar, inferior al oficial.

Por otro lado, tanto BBVA, empresa que cuenta con una filial en el país, el Banco Provincial, como Mapfre, no desagregan los resultados de Venezuela, por la poco representativa cuantía sobre el negocio global de ambos grupos.

La exposición de patrimonio de Repsol en Venezuela, a 30 de junio, era de 792 millones, que incluyen fundamentalmente la financiación en dólares otorgada a las filiales venezolanas.

Ante este panorama, el grupo asegura que la devaluación del bolívar no ha tenido impactos significativos en sus estados financieros puesto que la mayor parte de sus negocios de exploración y producción en el país operan en dólares.

Por último, Sol Meliá, de la misma manera que el resto de compañías españolas con presencia en el país, también ha minimizado el impacto de las devaluaciones, desde la factura de más de 200 millones de 2015.

Comercio bilateral

El intercambio comercial entre Venezuela y España se mantiene en crisis, registrando un descenso de las importaciones de producto venezolano de un 64% en la primera mitad de 2018, y quedando en 76 millones de euros.

El problema que causa este derrumbe reside fundamentalmente en las dificultades que encuentra el país para extraer y colocar su petróleo en el mercado internacional, siendo el producto estrella de su balanza comercial y sostén de las finanzas públicas del país.

La tecnología usada para la extracción ha quedado obsoleta, lo cual también invita a pensar que quedan otros muchos pozos petrolíferos por descubrir, ya que ocurre lo mismo con la tecnología usada para la localización de los mismos.

En los cinco primeros meses del año España ha importado 17 millones de euros de crudo de Venezuela, casi una décima parte de lo que compró en el mismo periodo de 2017, y a pesar de que la petrolera Repsol es uno de los pocos gigantes empresariales españoles que todavía opera en el país latinoamericano.

España ha importado en el primer semestre del año 123.000 toneladas de crudo venezolano, lo que supone un 0,37% del abastecimiento total realizado por el país entre enero y junio y una cantidad mucho menor que la importada en el mismo período del año pasado.

Además, hace tan sólo tres años esa cifra se aproximaba al 5%, más propia de un país que lidera los ránquines mundiales por reservas de crudo probadas, por encima de Arabia Saudí y el resto de países del CCEAG.

Exportaciones

En contrapartida, las exportaciones españolas a Venezuela remontan ahora en 2018, tras casi seis años de caídas continuas.

En los primeros seis meses de 2018 las exportaciones a Venezuela se situaron en 53 millones de euros, un 11% más que en 2017.

Estas han estado impulsadas por los productos básicos y semielaborados.

Sin embargo, esta cifra es una duodécima parte de las cifras de 2013.

Desde el punto de vista macroeconómico, el balance no es positivo para Venezuela.

El país reduce sus ventas al exterior por su incapacidad para explotar su principal recurso y, al mismo tiempo, eleva sus compras al exterior con productos que es incapaz de producir internamente.

Pero además del comercio bilateral de mercancías hay que mencionar también el comercio bilateral de servicios, que, en el caso de las ventas españolas, alcanza la cifra de 265,1 millones de euros.

Esta cifra fue alcanzada por la prestación de los servicios que en 2017 proveyeron 772 empresas españolas dirigidas al sector empresarial, de construcción, transporte y propiedad intelectual.

Esta cifra de ventas supone una disminución de 44,5% con relación al mismo período del año anterior y un aumento de 7,1% en el número de empresas.


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