Birmania o Myanmar, oficialmente República de la Unión de Myanmar, es un país soberano del sudeste asiático.
Es miembro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), establecida en agosto de 1967 con la firma de la Declaración de Bangkok por cinco países: Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia. Posteriormente, otros cinco países asiáticos se adhirieron a la misma: Brunei (1984), Vietnam (1995), Laos y Birmania (1997) y Camboya (1999).
Tras permanecer durante décadas en un estado de aislamiento económico y político, Birmania ha avanzado hacia un crecimiento económico relevante y hacia la reducción de su pobreza.
Las elecciones nacionales de noviembre de 2015, supusieron un hito importante en la transición de Birmania, ya que la Liga Nacional para la Democracia (que consiguió un 80% de los escaños) promovió una serie de reformas que facilitaron que el país pueda desarrollar ahora con éxito sus planes económicos.
Actualmente, las operaciones del Banco Asiático de Desarrollo (BAD) tienen como objetivo promover un crecimiento económico inclusivo y sostenible. Abarca desde el transporte, la energía y las telecomunicaciones hasta el suministro de agua, el desarrollo rural y urbano, y la capacitación de profesionales.
Oportunidades
Las autoridades birmanas han adoptado un plan que contempla la construcción de 41 plantas de energía para obtener una producción total de 29.000 megavatios antes del año fiscal 2030-31 que permita atender la creciente demanda.
El proyecto diseñado para un periodo de 15 años y que comenzaba este año fiscal 2016-17, incluye 20 plantas hidroeléctricas que producirán 6.270 megavatios en total, 12 de carbón que generarán 12.780 megavatios en total y el resto en gas natural, centrales eólicas y solares.
Birmania contaba en 2015 con 814 centrales que generaban 4.581 megavatios, de los cuales alrededor de dos tercios provenían de plantas hidroeléctricas. Empresas de Japón, Tailandia y otros países de la región se han mostrado interesadas en participar en el proyecto.
No obstante, el plan gubernamental ha recibido las críticas de activistas y organizaciones ecologistas, como la Red de Ríos de Birmania, que ha mostrado sus preocupaciones por el impacto que tendrán seis presas que se proyectan construir.
Por otro lado, y en busca de una base de producción alternativa, los países del sudeste asiático encabezan la lista de lugares con una abundante oferta de trabajadores con salarios competitivos. Birmania, el país más grande en Indochina por área geográfica con ricos recursos naturales y una población joven, ha ganado una mayor atención de los inversores extranjeros en los últimos años.
El crecimiento de la inversión extranjera directa (IED) aumentó en los últimos años la capacidad de procesamiento y fabricación local, clave para el desarrollo económico.
Por otra parte, Birmania cuenta con una mezcla diversa de energía y una gran ventaja en cuanto a su posicionamiento geográfico, ya que se encuentra entre los dos mercados emergentes más grandes del mundo, China e India, siendo país vecino de otros tres grandes países asiáticos: Bangladesh, Tailandia y Laos. Su ubicación le da un gran potencial para participar en las cadenas de suministro regionales y actuar como centro logístico clave.
Oportunidad adicional
Los resultados electorales de Estados Unidos han afectado de una u otra manera a todos los mercados internacionales. En este sentido, los inversores podrían buscar seguridad en Birmania si el presidente electo Donald Trump castiga a China, como ha venido anunciando.
Los mercados financieros de Asia no se imaginaron el resultado de las elecciones estadounidenses. De hecho, estos mercados cayeron tras el anuncio de la victoria de Trump.
Los peores afectados han sido los países con una alta proporción, cerca del 40%, de sus bonos soberanos propiedad de extranjeros, como Indonesia y Malasia.
Trump considera a China un manipulador de valores monetarios, e impondrá aranceles del 45% sobre las importaciones para detener el dumping de productos como el acero y las prendas de vestir, y monitoreando las infracciones de propiedad intelectual más a fondo.
También se comprometió a detener la práctica de las empresas estadounidenses que se vean obligados a compartir tecnología de vanguardia con el fin de ganar contratos o mantener las licencias de explotación.
Obviamente, si Estados Unidos eleva los aranceles, tendrá un impacto negativo para los exportadores asiáticos y para México. El impacto se podrá sentir en varios países e industrias.
JP Morgan advierte que los sectores más expuestos a un conflicto comercial entre China y Estados Unidos serían: la cadena de suministro tecnológico, los exportadores de consumo a los Estados Unidos, las empresas asiáticas y especialmente las chinas, las fusiones y adquisiciones planeadas en los Estados Unidos, la infraestructura comercial en Puertos, bancos con gran exposición a servicios de financiamiento comercial y servicios de outsourcing, incluyendo el outsourcing de procesos empresariales de Filipinas (BPO) y los servicios de TICs indios.
Según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, el comercio bilateral entre Birmania y los Estados Unidos durante los primeros nueve meses de 2016 representó un déficit comercial de 37,7 millones de dólares para Birmania; pues exportó $ 139.5 millones e importó $ 177.2 millones en bienes y servicios.
Por lo tanto, no gran exposición al comercio. El comercio con otros países podría verse afectado negativamente, pero debería ser pequeño porque el petróleo y el gas dominan las exportaciones de Birmania.
Los inversionistas asiáticos dominan las inversiones extranjeras directas (IED) y tienden a ser más duros a largo plazo. Incluso en el peor escenario, en el que China fuera penalizada por la administración Trump, es probable que los inversores regionales aumenten sus inversiones en Birmania para evitar mayores aranceles, barreras y riesgos políticos.
Conclusión
No obstante, aunque el panorama invita al optimismo, no podemos olvidar que Birmania es un país «nuevo» en esto de la democracia. El reto que tiene ante sí Birmania es conseguir que la transición sea ágil y no ponga obstáculos al desarrollo económico del país. El interrogante que tiene que responder con contundencia Birmania es si esta transición democrática es, como todo parece indicar, irreversible.
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