¿Es 2018 el año de África?

Todavía estamos en la primera mitad de 2018, y ya parece claro que la tensión y el desorden serán las características definitorias del año, lo que puede propiciar que África tenga un mayor peso en la economía de 2018.

Desde las políticas antiinmigración en los Estados Unidos hasta los llamativos puntos geopolíticos en Oriente Medio y el este de Asia, la disrupción, la agitación y la incertidumbre parecen estar a la orden del día.

Pero al menos un indicador ofrece razones para un optimismo cauteloso: crecimiento económico.

El Fondo Monetario Internacional estima que el crecimiento mundial alcanzará el 3,7% este año, frente al 3,6% de 2017.

Como Christine Lagarde, directora general del FMI, pronunció en un discurso en diciembre: «El sol brilla a través de las nubes y ayuda más las economías generan el crecimiento más fuerte desde la crisis financiera».

Era propicio que Lagarde hiciera esa observación en Addis Abeba, porque es en África donde los rayos de la prosperidad brillan más.

De hecho, predijo que el año 2018 será un año importante para muchas economías, aunque no para todas, debido a los progresos de ocho áreas clave.

Para empezar, África está preparada para una recuperación de crecimiento modesta, aunque fragmentada. Después de tres años de débil desempeño económico, se espera que el crecimiento general se acelere al 3,5% este año, mientras que en 2017 fue del 2,9%.

El crecimiento proyectado para este año vendrá en medio de mejores condiciones globales, mayor producción de petróleo y alivio de las condiciones de sequía en el este y sur del continente.

Si algo seguro es que el crecimiento será desigual.

Mientras que casi un tercio de las economías africanas crecerá en torno al 5%, es probable que haya una desaceleración en al menos una docena de otras.

Los fuertes incrementos en la deuda pública, que han alcanzado el 50% del PIB en casi la mitad de los países subsaharianos, son particularmente preocupantes. Pero, en general, África está posicionada para un año positivo.

En segundo lugar, el panorama político de África es liberalizador.

Algunos de los presidentes africanos con más años de servicio, incluidos Robert Mugabe de Zimbabwe, José Eduardo dos Santos de Angola y Yahya Jammeh de Gambia, salieron en 2017.

En Sudáfrica, la renuncia de Jacob Zuma permitió a Cyril Ramaphosa convertirse en presidente.

En enero, los liberianos presenciaron la primera transferencia pacífica de poder de su país desde 1944, cuando la ex estrella del fútbol George Weah tomó posesión de su cargo.

Sin embargo, todos estos logros se pondrán a prueba, ya que los votantes de 18 países acudirán a las urnas este año.

Además de la historia de divergencia en África, continuará la fragilidad política en varios estados, incluida la República Centroafricana, Burundi, Nigeria, Sudán del Sur y Somalia.

Una tercera fuente de optimismo es el sector agrícola de África, donde el potencial de los pequeños agricultores, la mayoría de los cuales son mujeres, finalmente se está materializando.

Se prevé que la producción agrícola de África se aproxime a los 1.000 millones de € en 2030. Esta maduración no podría haber llegado en un momento más oportuno; aproximadamente dos tercios de los africanos dependen de la agricultura para llegar a fin de mes.

Grandes extensiones de tierra sin cultivar, una fuerza laboral joven y la aparición de «agropreneurs» conocedores de la tecnología (empresarios agrícolas) están levantando la producción y transformando economías enteras.

En cuarto lugar, los africanos se están beneficiando de la disrupción tecnológica.

Con más de 995 millones de suscriptores móviles, la creciente conectividad de África se está utilizando para impulsar la innovación.

Los sectores clave como la agricultura, la salud, la educación, la banca y los seguros ya se están transformando, mejorando en gran medida el panorama empresarial de la región.

En quinto lugar, los líderes africanos se están tomando en serio la reducción de las salidas financieras ilícitas de las prácticas corruptas que roban a los países africanos unos 50.000 millones de USD anuales, gran parte en el sector del petróleo y el gas.

Si bien los legisladores estadounidenses están presionando para revocar partes de la legislación de reforma financiera Dodd-Frank 2010, que contiene una disposición que exige que las compañías petroleras, gasísticas y mineras divulguen los pagos que hacen a los gobiernos, la tendencia más general es hacia una mayor transparencia y rendición de cuentas.

Por ejemplo, los Papeles de Panamá y los Papeles del Paraíso desvelaron el turbio sistema de paraísos fiscales y compañías ficticias que albergan miles de millones de dólares de algunos de los países más pobres del mundo, incluidos muchos de África.

Y con el G20 y la OCDE trabajando para evitar la evasión fiscal, África pronto podría beneficiarse de los esfuerzos globales para terminar con la contabilidad sombría.

El sexto factor, el de la energía de África, está listo para prosperar. Mientras que 621 millones de africanos aún carecen de un acceso fiable a la electricidad, las innovaciones como las energías renovables, las mini-redes y la medición inteligente están llevando la energía a más personas que nunca.

En Sudáfrica, la energía renovable ha despegado; el precio de la energía eólica ahora es competitivo con el carbón. Etiopía, Kenia, Marruecos y Ruanda también están atrayendo grandes inversiones en energía renovable.

Una séptima área que muestra signos de progreso es la educación.

Sin duda, las ofertas educativas de África siguen siendo pésimas; más de 30 millones de niños en el África subsahariana no asisten a la escuela, y los que sí asisten no aprenden tanto como podrían.

Pero muchos líderes y públicos africanos han reconocido estas deficiencias; en algunos países, como Ghana, la educación se ha convertido en un tema decisivo para los votantes.

Como destaca la Comisión de Educación, algunos países están impulsando las inversiones en educación.

Esto representa una oportunidad para alinear los resultados de aprendizaje con las futuras necesidades de empleo.

Pero con más de mil millones de jóvenes que vivirán en África para el año 2050, se necesita con urgencia una mayor inversión en educación.

Finalmente, se está prestando mayor atención al desarrollo de una identidad panafricana, y las modas, películas y alimentos africanos se están expandiendo a nuevos mercados.

A medida que estas conexiones culturales crezcan, el poder de África seguirá aumentando y se extenderá mucho más allá del continente.

En muchos rincones del mundo, 2018 se perfila como otro año decepcionante, ya que la desigualdad y la pobreza siguen alimentando la ira y el populismo.

África no será completamente inmune a tales desarrollos. No obstante, los habitantes del continente tienen al menos ocho buenas razones, mucho más que la mayoría de la gente en otros lugares, para ser optimistas.


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